miércoles, noviembre 04, 2009

Mi nana

Toque la puerta asomaste tu cara y me mirabas fijamente con cierta desconfianza, de momento no entendí lo que estaba pasando creí que me estabas jugando una broma, hasta que escuche de tu boca con un tono de formalidad de ese que se utiliza para dirigirse a un extraño - Que se le ofrece? Entendí que tus ojos esos ojos que vieron por mi durante mis primeros años advirtiéndome de los peligros de la vida y también me enseñaron a disfrutar y reconocer las bellezas, ahora ya no podían ni siquiera reconocerme a mi. Hay mujer me diste tanto y ahora yo no se como ayudarte como regresarte un poco de lo que tu hiciste por mi, llenaste mi vida, me diste seguridad solo en tus brazos sentía la paz que ayudaba a sanar mis dolores, me llamaste hija, nieta, amiga, compañera, estuvimos juntas cuando te quedaste sola y sufrí contigo pues habíamos perdido las dos al hombre que mas queríamos, tu a tu esposo y yo al que quise mas que a un padre. E notado que no solo estas perdiendo la vista, con los años también se borran de tu mente muchos recuerdos que me gustaría seguir compartiendo contigo. Aquella tarde como casi todas; que me senté a tu lado y lloramos juntas viendo una película de Emilio Tuero al que me enseñaste a llamar "el barítono de Argel" un hombre muy esbelto de piel blanca que gracias a los televisores blanco y negro tomaba una tez casi transparente, las dos completa mente enamoradas de aquel hombre escuchábamos con atención y al punto de la euforia un dialogo que recuerdo empezaba así "Un día cuando mejore el tiempo......." yo lo olvide y pensé que algún día serias tu quien me ayudaria a recordar el final pero con mucha tristeza me doy cuenta que espere demasiado para preguntar.

1 comentario:

Julia Ester Cerles dijo...

Me gusta tu forma de narrar, Mirka. Este relato es particularmente tierno y trae el color de la infancia por la qie siempre andamos rondando.
Cariños. Conoces mi poesía, si quieres leer alguno de mis relatos o cuentos puedes enlazar desde Estrella Cautiva con Llamaradas en mí.
Un abrazo.